domingo, 27 de septiembre de 2009

Bitácora de Ire

Bitácora de Ire

* * *

Primera vez que escribo esto. No sé por qué los capitanes llevan bitácoras, pero me gusta la idea, aunque no sea más que un remero.

Zarpamos la mañana de ayer. La primavera ya está llevándose el invierno y hay más día y no tanta noche. La madrugada antes de eso, dejé mi casa. Mi padre jamás permitiría que yo tenga la vida que estoy a punto de empezar; mi madre estaría decepcionada.

* * *

Llevo una semana a bordo del Cachalote. Fregar y limpiar y remar, eso es todo lo que hago. Pero cada mañana, al amanecer, despierto antes que los demás y desde la popa contemplo el lejano horizonte rosado. El ruido de gaviotas y el aroma a sal: eso paga todo.

* * *

Dejé el Cachalote y me uní a la tripulación del Hijo de Frey, que tiene un horizonte más lejano: no se detiene solamente en Avalon y las islas de Vesten, sino que sigue de allí hacia la fría Ussura. La gente de allí tiene un idioma muy distinto del mío y del avalonés, pero muy rico de escuchar. ¡Ya me aprendí algunas blasfemias de pirata!

Lo más destacable de las rutas que tomamos hacia Ussura es que son violentas: el mar mismo es nuestro adversario y las tormentas abundan. La segunda noche de marejada, cuando ya no podíamos avanzar, la extraña mujer que nunca había escuchado hablar trazó una Runa en cubierta, la pronunció, y el viento cambió. Fue la primera vez que vi Lærdom.

* * *

Hoy dejé el Hijo de Frey, no un remero sino una "bruja del mar", como me llamaban todos.

Audhild me enseñó. Sabía que si le decía que era mujer, me enseñaría. "Yo pasé por algo parecido, pequeña", me dijo, "pero quienes hemos nacido con este don, no debemos ocultarlo ni ocultarnos: una mujer en altamar es lo que estos patanes necesitan para recordar que Odín tiene a su lado a Frigg y cerca a Freyja".

Con ella aprendí a calmar los vientos y a impedir que las raciones se echaran a perder; a hinchar las velas y a mirar el horizonte.

Mañana resolveré qué he de hacer. Por ahora, una buena comida y a dormir.

* * *

Eisen es mi nuevo destino: un barco mercante de Ussuros y Lunares bordeará las costas desde aquí hasta Castilla, por lo que será un viaje emocionante.

* * *

Dejamos Castilla ayer. Hay noticias de intensos conflictos con Montaigne. El Capitán está pensando en acortar la ruta y empezar a probar suerte en Avalon y Vesten. Le dije que conocía esos lugares y sabía sus idiomas y sus costumbres, y desde entonces dejó de verme como un mal necesario.

Pese a todo, los marinos no se me acercan mucho: me temen, me han visto hacer "brujería" y temen que pueda atacarlos. El único que no se aleja es un viejo ussuro a quien he escuchado hablar con las gaviotas.

* * *

Aquel sucio patán... Los castellanos nunca me cayeron bien, pero ese estúpido había sabido agradarme. Tenía una sonrisa tan... ¡momento, lo estoy elogiando! No: ese sucio castellano intentó propasarse, y dudo que recuerde con alegría aquel momento en que le dejé bien claro que todo lo que él calentara, yo podía enfriarlo hasta congelarlo...

* * *

Después del conflicto naval en la frontera marítima Montaigne-Eisen, el Capitán decidió moverse hacia el norte y cambiar la ruta definitivamente. Cuando volvamos a pisar Ussura, Aleksei se va a bajar, y me dijo que conoce gente que puede necesitar mis talentos, no en Ussura sino en un navío que viaja de Montaigne a Avalon, pero que sabía que iban a estar de paso por su tierra. Planeo aprovechar la posibilidad: no tengo ganas de visitar mis tierras.

* * *

Ya hace tres meses que guío las velas del Calais, la barca mercante que me consiguió Aleksei. "Al menos no tendrás que ir a donde no te place", me dijo, y se lo agradezco mucho.

Aquí el Capi es muy amable y no permite que se burlen ni que me teman demasiado (porque esas dos son las reacciones primeras ante una "bruja del mar"). Creo que tiene sangre Vesten, lo sé por sus ojos cristalinos, aunque él diga que es avalonés.

* * *

Estamos por llegar a Nyons, una pequeña ciudad portuaria sobre este bendito río que venimos navegando hace días; el Capi dice que no queda ni una noche más, así que en la mañana estaremos ahí. ¿Después? No sé, nunca sé. Esta barca mercante me está cansando: Avalon, Montaigne, Avalon, Montaigne, Avalon, Montaigne... Y si nos desviamos, es para ir a los dominios de esos sucios comerciantes Vendelios.

* * *

La Dama de los Mares es una embarcación mediana con una tripulación pintoresca: muchas mujeres, de hecho el Capitán es mujer, y de las nacionalidades más diversas, desde lunares hasta eisenos, pasando por avaloneses y vodacios. Llevo un par de días a bordo y ya me asignaron el rol de cocinera: el que antes se encargaba de alimentar a la treintena de tripulantes era el segundo al mando.

Pedí permiso a la Capitana para subir dos gatos al barco, para que se encarguen de las ratas: los llamé Hugin y Munin, y son verdaderamente muy inteligentes: ya se ocuparon de que las ratas no lleguen a mi cocina, ahora es cuestión de darles tiempo.

* * *

Durante la mañana o mediodía de mañana estaremos llegando a Altamira, en Castilla, para ubicar unos cargamentos que tenía la Dama de los Mares desde antes de mi llegada.

No puedo evitar mirar con extrañeza a los lunares, nunca va a cambiar eso. Son tan diferentes, sus ropas, sus costumbres, su piel, su mirada; pero en vez de repelerme, me atraen. Sus modales son, incluso, mucho mejores que los de un vesten o un castellano promedio... Y en esta embarcación hay muchos. La muchacha Sez, no etsoy segura de si es lunar, pero por algo me cayó tan bien (¿o será porque habla ussuro?). Y está Jashareem, un lunar que no habla lunar. Ya veré cómo hago para que podamos entendernos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario