domingo, 27 de junio de 2010

El viaje de Sez y Alonso - DIA 3

Cuando me desperté el sol ya había salido, no recuerdo en qué momento me dormí, y aún no entiendo como pude hacerlo… sí, seguramente fue porque estaba con él.
Había dormido abrazada a Alonso toda la noche, él se había quedado conmigo, ayudándome de no sabía qué, lo cierto era que me estaba ayudando, y cuando desperté ya no estaba tan mal como cuando recordé a mi pasado amor.
Me levanté tratando de no despertarlo, encendí un fuego, hacía bastante frío, y comencé a preparar más vendas para cuando se despertara. Además también había que cocinar algo… me pregunté si en mi vida pasada le habría cocinado a Rashâd…
Quizás sea tiempo de cumplir la promesa que te hice… quizás sea tiempo de ser feliz de una vez… Drake, gracias.

-Creo que nunca estuve tan cerca del cielo.
-Tenés que cambiarte las vendas.
-¿No lo hacías vos?
-Sí, es obvio que solo no podés.
-Podría acostumbrarme, así da gusto sacrificarse por una dama. Sin embargo ya no podré hacerlo.
Lo miré raro, no entendí al principio así que le pregunté:
-¿Por qué?
-Porque prometí no dejarte. Te protegeré pero siempre a tu lado no al frente tuyo. ¿No me pedís eso? Una lástima, ya me estaba acostumbrando a tus cuidados.
-No es una lástima, es lo mejor y lo que debe ser. No tiene sentido que te arriesgues así.
Lo ayudé a sacarse la camisa y volví a repetir el procedimiento de cambiar las vendas, esta vez no estaba nerviosa, extrañamente me sentía muy tranquila.
-Por vos prometo quedarme a tu lado, no me pidas que te abandone porque no lo haré. Sencillamente te protegeré estando a tu lado.
-Supongo que te debo una explicación por lo de ayer...
-No es obligación si no querés. Hacelo si es lo que sentís y si confiás en mí.
-Tuve un recuerdo, de cuando era Shezalia…
-Te escucho.
-Es muy triste, prefiero no contarlo ahora… no es que no confíe en vos, pero voy a ponerme a llorar de nuevo si te lo cuento.
-No quiero que esos bellos ojos derramen lágrimas. Si tan solo me permitieras...
No terminó la frase, pero no necesitó agregar nada más.
-Seguramente derramen muchas más... cuando tenga más recuerdos, parece que solo vuelven a mí los recuerdos tristes.
Él me tomó de la mano y me dijo:
-Quizás sea hora de hacer un presente feliz.
Me quedé mirando su mano, lo miré a los ojos y le dije:
-Quiero aceptar tu trato.
-Y yo quiero hacerte feliz.
Dijo apoyando su mano en mi mejilla. Me acerqué a él lentamente y lo besé.
Cuando nos separamos le dije:
-Perdoname.
-Perdoname vos, por no haber llegado antes a tu vida.
-Pero yo fui la que te hizo sufrir, y quizás lo siga haciendo...
-Es un riesgo que acepto con gusto, Sez
-¿Aunque tengas que soportar mi llanto cada vez que tengo alguno de mis recuerdos? ¿Aunque recuerde cosas horribles de mí? ¿Aunque pueda volver a dejarte de nuevo?
-Lo acepto, porque cada vez que llores estará mi hombro para contenerte. Porque cada vez que recuerdes cosas horribles estaré para que no sufras. Porque cada vez que me dejes, puedo volver a reconquistarte.
Lo estaba mirando a los ojos y en todo ese tiempo no le había soltado la mano. Le volví a preguntar:
-¿Aunque no sepas si te estoy mintiendo o no? ¿Aunque vuelva a mentirte?
-Tus labios pueden mentirme pero no tu corazón.
Y esta vez fue él el que me besó.
-Quizás no pueda contarte algunas cosas...
-No necesito que me las cuentes, solo te necesito a ti. Siempre sabrás que estaré a tu lado.
Lo miré a los ojos y le dije:
-Te amo Alonso.
Me volvió a besar y cuando nos separamos me dijo simplemente:
-Yo tambien Sez.
Alonso me abrazó y yo le correspondí el abrazo, pero sin soltarle la mano. No iba a soltarlo, no iba a dejar que se fuera de mi vida… Volver a estar tan cerca de él era una felicidad que no creí volver a sentir nunca. Antes de separarme de él le di un beso en el cuello.
-Cociné algo, pero no sé cómo estará... no sé si alguna vez cociné en mi pasado, porque actualmente jamás lo hice...
-Es una buena manera de empezar. Espero tengamos más oportunidades.
Me acerqué al fuego y le di un plato de lo que había cocinado. Ya lo había probado, no estaba muy bueno pero era comestible.
Alonso degustó el plato y me dijo:
-Mejor no cocines en Castilla, muchas cocineras te envidiarían.
-Deben tener muy malos cocineros en Castilla…
-Tan hermosos seguro que no.
-Admití que no está bueno, no me voy a enojar o te voy a dejar por eso.
Sonreí.
-Sabes, el mejor ingrediente es el amor al preparar algo, así que no te preocupes por el sabor.
-Mientras sea comestible... Tenemos que seguir, perdimos mucho tiempo ayer y hoy...
-Así es y en cuando lleguemos podremos tener lo que nos debemos, esta vez yo te sorprenderé.
Le sonreí. Pero lo que más importaba era que él estuviera sonriendo.
-Sigamos- me dijo.
Después de comer levanté lo que quedaba del campamento y puse todo en la carreta para poder seguir el camino.
Me sentía diferente, seguía siendo Sez, pero también había cambiado, era como si me hubiera sacado un gran peso sobre los hombros, como si por fin pudiera ser libre…
Alonso se encargó de los caballos mientras silbaba esa canción que bailamos juntos la primera vez.
Hice ademán de sentarme del lado del conductor y Alonso me dijo:
-Disculpe señorita, ¿qué pretende?
-Conducir- dije sentándome en la carreta.
-Disculpe, eso es trabajo de un caballero, llevar a su dama.
-Pero quiero conducir... además vos dormiste menos que yo, y estás herido...
Él agachó la cabeza e hizo un gesto negativo.
-Te lo prometí, podes conducir, yo estaré a tu lado.
-Además prefiero que te concentres en tararear esa canción.
Alonso siguió tarareando la canción mientras seguíamos el camino, pasaron varias horas hasta que oscureció y tuvimos que detenernos.
-Vamos a tener que acampar otra vez- le dije.
-Me parece bien, sería bueno encontrar un lugar refugiado del frío.
Alonso se puso a rastrear cerca de donde dejamos la carreta y encontró un pequeño claro entre unos arbustos, parecía que haciendo un fuego el calor pudiera mantenerse, y el viento parecía arreciar mucho menos allí.
Alonso improvisó un fuego y comenzó a desenvolver algunas viandas. Mientras me senté al lado del fuego y continué preparando más vendas.
-Si seguís así te quedarás sin vestidos, y deberé conseguirte uno nuevo.
-No me quejo de eso. Me los vas a deber.
-Con todo gusto.
Me puse a tararear la canción que Alonso venía tarareando en el camino, me gustaba bastante y mi humor era el indicado para intentarlo.
-Veo que estás más alegre.
-Creo que es evidente
-Me alegra verte así, bueno esto ya está.
Dejé las vendas a un costado y me acerqué.
-Decidí que voy a intentar se feliz mientras pueda. Además se lo prometí a una persona.
-Me parece bien por vos Sez, no te merecés tanta tristeza. Y mientras pueda trataré de alejar toda esa tristeza de vos.
-Gracias...
Me sonrió, no necesitaba más nada que ver esa sonrisa.
-Ahora alimentate, tenemos que llegar pronto, que un amigo nos necesita.
-Lo sé, lo sé... y sigo preocupada por él...
-Yo también pero tengo fe que podrá sobrevivir, Drake es más fuerte que yo.
-No importa qué tan fuerte seas con esos soldados que resucitan... Maldición, si solo hubiera logrado soltarme a tiempo... ahora no estarías así...
-No tiene sentido lamentarse ahora, y no hablaba de fuerza física. Drake es más fuerte en espíritu, sabrá sobrevivir.
-Sí, yo creo que va a poder sobrevivir, pero no por eso deja de preocuparme...
-Además la próxima vez vendremos mejor preparados.
-No sé si sirve prepararse contra esas cosas... pero en fin... ayudaremos a nuestro amigo igualmente.
-Sirve, lo que podamos averiguar servirá.
Después de comer me levanté y me acerqué a la carreta para buscar unas mantas e improvisar una cama. Sabía que Alonso me estaba mirando a través del fuego, pero no me molestó, al contrario estaba disfrutando ese momento, creo que más que la primera vez. Ahora era libre, como el viento, como el mar.
Cuando terminé le dije:
-Vamos a tener que hacer guardia por cualquier cosa.
Él se levantó, me tomó de la cintura y me besó.
-O podría no dormir ninguno- me dijo.
Le sonreí y le acaricié el rostro.
-¿Gusta de bailar esta pieza, señorita?
-Será un placer.
Alonso me tomó de la mano, me hizo dar un giro para que me volviera a encontrar con sus labios otra vez.
Me reí, estaba disfrutando mucho eso, creo que en ese momento ambos nos olvidamos que estábamos en un país maldito, estábamos de vuelta en ese bar, bailando juntos, seduciéndonos como la primera vez.
-¿Puedo hacer una petición?- le dije.
-La que quieras.
-No quiero que vuelvas a bailar con ninguna otra mujer que no sea yo.
-Siempre que tenga disponible a mi pareja de baile no habrá inconveniente.
Le sonreí.
-Creo que de entre todos mis defectos hay uno que es el peor.
-Y cual es si se puede saber…
-Soy muy celosa.
Él se rió realmente con ganas.
-No es gracioso...- le dije, pero yo también me estaba riendo.
-No, no lo es, pero me tomo por sorpresa esa confesión. A veces sos como una jovenzuela.
-¿Te molesta?
-Por el contrario adoro esa naturalidad e inocencia tuya.
Ahora la que se rió con ganas fui yo.
-Muchos dirían que estás totalmente equivocado.
-Muchos no te conocen como yo.
-¿Y cómo soy?
-Tierna, sensible y la mujer con más corazón que conozco.
Frené el baile y lo besé. Fue un beso largo y pasional, no como los de hasta ese momento. Alonso me abrazó fuertemente y me correspondió el beso mientras sus manos se deslizaban por mi espalda.
¿Cómo había estado tan ciega? ¿Cómo había sido tan tonta? Sí, iba a disfrutar de todo eso como si fuera la primera y la última vez, con total libertad y sin reservas.

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