domingo, 27 de junio de 2010

El viaje de Sez y Alonso - DIA 1

Quizás no debí contarle lo que estaba sintiendo a Drake… pero también era cierto que era mucho más probable que él pudiera ocultarse en la ciudad con Joaquín que conmigo. Una lunar iba a ser fácilmente reconocible entre todos, y alguien tenía que llevarse a Alonso… Parece que el destino nos une a pesar de mis constantes intentos por impedirlo…

¿Pero cómo puedo pensar siquiera en reconsiderar mi decisión cuando él sigue haciendo lo mismo? Otra vez volvió a hacer una locura para ayudarme. Sé que fue mi culpa por no lograr soltarme a tiempo y tuvieron que arriesgarse por mí pero…

Odio que arriesgue su vida así por mí… no es que no me guste que me ayude pero una cosa es ayudarme, otra muy diferente es morirse por intentarlo.

Una semana íbamos a tardar en llegar al barco ¿cómo iba a hacer para aguantar una semana? Pero Drake me lo pidió y si había algo que no podía hacer era desobedecerlo… maldito, lo sabés, sabés que no puedo… Sé que tus intenciones son buenas... pero esto no va a ser nada fácil, una semana es mucho tiempo para mí.



Dejamos a Drake y a Joaquín a las puertas de la ciudad, y comenzamos un largo viaje, cruzar ese país maldito, lleno de soldados que reviven una vez que los matás… ¿qué son esas cosas? En fin, ahora tenía otras preocupaciones… viajar con Alonso iba a ser más complicado que matar a soldados invencibles…



Insistió en conducir la carreta, no le dije nada, pero me senté del lado del acompañante por cualquier cosa. Pasaron varias horas en las cuales ninguno dijo nada, debo admitir que fueron demasiado incómodas… Nos alejamos de la ciudad, del tal Heinzel, lo más que pudimos.

Alonso iba callado, su mirada triste, pero había algo más ahí, quizás odio… me pregunté a quién estaba dirigido.

Creo que de todas las cosas que me dolían esa era la peor, tener que verlo así, tener que ver el fuego interior de ese castellano apagado por mi culpa… Pero detrás de esa mirada ahora había un objetivo, o eso me pareció…

Yo iba callada, quizás a simple vista pareciera fría y distante, pero estaba cabizbaja y muy confundida. No estaba segura que hubiera sido una buena decisión dejar a Drake ahí, pero tampoco tuve más opción. Ya se acercaba el mediodía, mis primeras palabras hacia él fueron:

-Frená la carreta.

Alonso frenó la carreta al costado del camino que seguíamos, él también asumió que era un buen momento para descansar y comer algo.

Cuando se bajó de la carreta se tambaleó al apoyar la pierna herida, así que lo sujeté del brazo para que no se cayera.

-Tené cuidado, estás herido- mis palabras no fueron en tono de reproche esta vez.

-Solo tengo que descansar un poco y estaré bien- él se quedó mirándome y luego de un momento me dijo:- Lo siento.

-¿Por qué me estás pidiendo perdón?

-Por lo que yo te hice en el otro lado, no se lo pude pedir a esa Sez, así que te lo pido a vos.

Sí, creo que entendí a quién le estaba dirigiendo esa mirada de odio, era a sí mismo, a ese otro Alonso que estaba “del otro lado del espejo”.

-No entiendo nada de ese otro lado, pero si te hace bien, te perdono.

-Es largo de contar, ni yo lo entiendo bien. Pero del otro lado no solo parecen estar las decisiones que no tomamos, sino también nuestros opuestos, por eso ese Alonso había traicionado a su tierra y usó a Sez para salvarse a sí mismo. Entonces si vos de este lado sos tan salvaje, tan indomable, del otro lado sencillamente...

Se quedó pensando un rato y no continuó la frase.

-Yo tampoco entiendo mucho... pero si esa Sez se parece en algo a mí...

Yo tampoco terminé la mía…

Si esa Sez se parece en algo a mí, aún así, ahora debe estar destruida.

¿Por qué me da tristeza? Ni siquiera creo en que exista ese “otro lado” del que habla.

-En fin, comamos algo- dije.

-Sez, te amo.

Sabía que esto iba a ser difícil, pero lidiar con esas cosas me iba a ser imposible.

Suspiré.

Tengo que hacer algo… sí, buscar provisiones en la carreta…

Alonso quería encender el fuego, pero con una mano se le complicaba bastante, así que lo ayudé con eso y con la preparación de los utensilios para cocinar, varias veces intentó acercarse a mí para besarme, pero ninguna de las veces lo dejé, hasta que en una de ellas me tomó desprevenida…

Y ese beso me hizo volver a esa noche, a ese baile con el vestido rojo, a la noche en que nos besamos por primera vez…

Me di cuenta de que estaba llorando cuando secó mis lágrimas con su mano y sus palabras me volvieron a la realidad.

-¿Qué sucede Sez?

Me alejé de él, caminé unos pasos alejándome del camino hasta un árbol y me acuclillé entre las raíces. No podía dejar de llorar…

Alonso se incorporó, caminó hasta mí y me abrazó, no sabía qué era lo que me hería más, si ese abrazo o las palabras que me decía… ¿Por qué duele tanto? No debería doler…

-No llores Sez, no fuiste hecha para sufrir y yo jamás lo permitiré.

-No vuelvas a hacer eso, nunca más.

No sé de dónde saqué fuerzas para decir esas palabras…

-¿Hacer que cosa Sez? Si no me lo decís no puedo saber qué no debo hacer.

Tardé un poco en responder porque no podía hablar, el llanto ahogaba cualquier intento de hablar… Todo ese tiempo estuvo abrazado a mí y no me soltó, como protegiéndome de todo lo malo que pudiera pasarme… ¿pero quién podía protegerme de mí misma?

-No vas a hacerlo por más que te lo diga, porque no podés evitarlo- dije por fin.

-¿Qué cosa no puedo evitar? ¿Amarte? Eso no puedo decidirlo yo Sez.

-No quiero que vuelvas a ponerte entre las balas y yo, las balas, o cualquier otra cosa.

Seguí mirando hacia abajo, tenía los brazos alrededor de las rodillas y la cabeza apoyada sobre ellos. Alonso tomó mi rostro entre sus manos y volvió a besarme.

-Si te quedás conmigo prometo protegerte sin morirme.

-No prometas algo que no sabés si vas a poder cumplir, eso y una mentira, es lo mismo.

-Sez, por vos iría al Séptimo Mar y volvería, solo por vos. Además no tengo intenciones de morirme, sino no podría estar con vos.

Se rió, pero también hizo una mueca de dolor, seguramente habían sido las heridas.

¿Cómo podía seguir sonriéndome después de todo lo que le hice? Lo miré a los ojos y le supliqué:

-No lo vuelvas a hacer.

-Prometo no morirme, pero eso no significa que te deje desprotegida. Bueno al menos ahora será distinto.

-¿Ves? Eso es lo que no vas a entender nunca, no necesito que me protejas, yo puedo pelear y defenderme sola. Ese fue siempre tu problema, querés proteger a los demás, pero no dejás que los demás te protejan a vos.

Me paré y volví otra vez donde estaba el fuego que habíamos encendido para cocinar.

-Estoy herido ¿no recordás? Necesito ayuda para levantarme.

-A mí no me engañás, si ayer pudiste hacer la locura que hiciste, hoy podés levantarte de ahí sin ayuda.

-Pero estoy herido, ¿no deberías ayudarme? Mirá si me levanto y quiero hacer alguna locura.

Me acerqué nuevamente y le tendí la mano, pero me atrajo hacia él e hizo una maniobra que no logré impedir y caí encima suyo.

-Entonces ¿te parece un mejor acuerdo protegernos mutuamente?

-¡Estás loco!

-Si amarte es una locura, asumo que estoy loco. Pero eso no responde a mi pregunta. Yo quiero protegerte y vos a mí, entonces protejámonos mutuamente, y así ninguno morirá por el otro.

Me levanté una vez más dejándolo a él tirado en el piso.

-Sez, ¿por qué aún sigo en el suelo?

-Porque si te alcanza la fuerza para tirarme, te alcanza para levantarte.

Necesitaba volver a retomar el control… maldito Drake… ¿por qué no puedo desobedecerte?

Fui hacia la carreta y agarré uno de mis vestidos, me senté cruzada de piernas sobre la parte de atrás del carruaje y comencé a rasgarlo.

Alonso se acercó y me preguntó:

-¿Qué se supone que estás haciendo?

-El idiota de Drake no me dejó vendas, así que las estoy fabricando.

-No recuerdo haber tenido nunca una persona tan linda que me atendiera. Drake no suele ser agradable a la vista como vos. Y definitivamente solo los vestidos lunares o castellanos le sientan a tu belleza.

-Pero yo no puedo curar como hace Drake, que es lo que sirve en este caso... Espero que lleguemos rápido, no quiero quedarme sin vestidos...

Pero mi expresión seguía igual de fría que antes.

-¿Otra vez me vas a dejar a mi suerte? ¿Otra vez me vas a ignorar? Entonces durante una semana hablarás con las rocas.

-Te estoy hablando, no te ignoré. Pero si preferís no hablar...

-Yo preferiría hablar, pero si vos no cocinás voy a tener que hacerlo yo.

-Nunca fue mi dote la cocina... pensé que lo ibas a hacer vos.

-Si recuerdo cómo hacerlo… para eso siempre estuvo Drake.

Alonso se dio vuelta y fue hacia el fuego. Comenzó a tararear una canción castellana mientras cocinaba.



Drake ¿a esto te referías? ¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué no puedo hacerle ver que todo terminó? En vez de eso le estoy dando esperanzas otra vez, me estoy dando esperanzas a mí misma… estoy haciendo mal las cosas, otra vez… pero… ¿por qué sigo su juego? ¿Por qué simplemente no me limito a no dirigirle la palabra? Sí, ya sé por qué es… no puedo ver esa expresión triste en su rostro. No puedo ver esa tristeza si con solo mis palabras puedo hacerlo sonreír y cambiar radicalmente su estado de ánimo…



Seguí fabricando vendas mientras mi mente divagaba, salí de mi ensimismamiento cuando escuché que Alonso decía:

-Algo decente para un castellano. Sez, ya está la comida ¿Venís?

Dejé las cosas a un lado y fui hasta el fuego.

-¿Estás pensando en Drake?

-Sí... No me gustó haberlo dejado, pero tenía razón, ahora vos y yo, somos un estorbo más que una ayuda.

-No esperes que lo deje mucho tiempo. Confiaré en que resista lo suficiente.

-No vas a poder hacer mucho, y no podemos volver antes de un mes, o quizás estropeemos lo que esté planeando.

-Tiene un mes, tiempo suficiente para que yo me recupere.

-Vamos a tener que mentirle a la capitana, es la única forma de que Drake tenga el mes que necesita.

-Si porque será muy sencillo convencer a Keira.

-No la vamos a convencer, le vamos a mentir.

-Mentirle no sería lo mejor, prefiero decirle la verdad, convencerla y prepararnos mejor. Además Drake suele pensar las cosas antes de arrojarse. Lo siento si la comida no sabe bien, pero es lo mejor que puedo hacer.

-El sabor de la comida en estos momentos es lo que menos me preocupa... Además no te salió tan mal.

-Debe ser la inspiración.

-Está bien, si querés decile la verdad, pero no me hago responsable si después quiere destruir Eisen.

-No te preocupes por Drake, el estará bien. No me opongo, maldito país con sus ríos malditos, con sus bosques malditos, con sus espejos malditos, con sus soldados malditos. En definitiva maldito país.

Era obvio que con esas palabras estaba convenciéndose a sí mismo, eso no era algo seguro, y menos en un país como ese.

-Creo que estará fría la noche.

-Probablemente. Voy a hacer la primera guardia.

-Cuando llegue el momento veremos, ¿qué tan lejos estaremos de Heinzel en estos momentos? No creo que sus Soldados lleguen hasta aquí. O podríamos buscar una posada para más seguridad. Además no tenemos muchas municiones y una persona y media no podrán hacer mucho. Podríamos avanzar hasta el primer puesto de camino que podamos conseguir o seguir por el bosque y arriesgarnos a que nos sorprendan.

-Entre una posada maldita, y un bosque maldito creo que prefiero la posada... aunque no estoy segura... Si estamos en una posada, y nos sorprenden ahí será más difícil escapar. En el bosque podemos subir a la carreta más rápido.

-Siempre podemos saltar a la carreta desde la ventana.

Lo miré con mala cara.

-Bosque, y no se discute más- le dije.

-Solo era una sugerencia, pero hemos tenido malas experiencias en el bosque. En el bosque nos pueden tocar o esos bichos inmundos o los soldados muertos. Aparte la posada es menos obvia, todo el mundo se queda ahí, ¿quiénes se quedan en el bosque? Solo dos prófugos.

Suspiré.

-En fin, eso si encontramos una.

-Encontraremos, o al menos nos iremos lo más lejos de la cobertura de Heinzel. Odio decirlo pero no estamos para pelear ahora. Aparte debemos movernos durante una semana en el bosque, no sé que tan bien nos ira con eso.

-Bueno, al menos sos consciente de ello, obviamente que no podemos pelear.

-Lo sé, así no puedo protegerte, y si nos atacan como anoche vos sola no vas a poder. Lo mejor es ir de posada en posada, ver si podemos conseguir algunas cosas.

-¿Qué cosas?

-Comida, ropas, municiones, pólvora. Recuerdo que salimos apurados y cambiando de carretas.

-Como quieras mientras no llamemos la atención. Sigue sin gustarme lo de la posada, pero admito que el bosque no es mejor.

-Sez, ¿podés confiar en mí?

Esa pregunta me tomó por sorpresa. Me quedé un rato callada y después le dije:

-A esta altura creo que ya no puedo confiar ni en mí misma... Pero digamos que sí puedo...

-Entonces creeme que no haría algo que te ponga en riesgo.

-Gracias.

¿Y ahora por qué le estaba agradeciendo?

-¿Estas mejor ahora?

-¿A qué llamás "mejor"?

-Nuestro distanciamiento, tu llanto, tu ensimismamiento ¿Aclaraste un poco tus ideas?

-Mis ideas ahora no son la prioridad…

-La prioridad es llegar vivos al barco, de eso me encargo. Y ahora ¿seguimos o descansamos un poco?

-Lo mejor es seguir. Puedo conducir la carreta, así no tenés que esforzarte de más.

Me senté del lado del conductor y él no tuvo objeción.

-Está bien, si es lo que querés no tengo problema

Subió del lado del acompañante y volvió a tararear una canción, yo me concentré en el camino, pero poco a poco el traquetear de la carreta y el sendero recto me hicieron volver a mis cavilaciones.

¿Por qué no podés dejarte ser feliz Sez? Dejá de preocuparte por lo que va a pasar, viví el presente como siempre lo viviste… ¿Por qué le vas a impedir a él, y te vas a impedir a vos la felicidad?

Si él se va después voy a sufrir mucho, más que ahora… ¿cómo voy a aguantar una semana Drake?



...Y la luz de mi camino, proviene de tierras lejanas...

...cuya figura viene envuelta en la luz del sol...



¿Era Alonso el que estaba cantando?

Esto no puede ser real… sí, es un sueño… una de esas ilusiones de este país maldito. Pero no es una desagradable ilusión, es una ilusión hermosa, y parece tan real...

¡Es real Sez! ¡Dejá de pensar que es un sueño! ¿Tan mal estás que no podés distinguir la realidad de una simple fantasía?



...deslumbra la noche con su danza bajo la luna...

...Y su nombre era Sez...



Sez, esa soy yo… ¿por qué no puedo volver a ser la Sez de antes? La Sez feliz, la Sez que disfrutaba cada día como si fuera el último, la Sez que se enamoró de un hombre que la ama…



-¿Te molesta mi canción?

Otra vez estaba llorando, tenías razón Drake, no puedo aguantar esto… no soy fuerte como vos… Me sequé las lágrimas y le dije:

-No, no me molesta.

-¿Entonces porque lloras?

-No sé...

-¿Estas triste por algo?

-No...- Quería volver a retomar el control pero ya me era imposible, decidí que iba a contarle cómo era estar con Sez, quizás así decidiera desistir de una vez…

-De los recuerdos que tengo... en uno de ellos estuve en Vodace...

¿Por qué le estaba contando eso ahora? Esa historia era horrible, una historia de mi pasado, en la que mataba a un vodacio del que me había enamorado…

-Sez esa ya no sos vos, alguien así no se arriesgaría por otras personas como lo haces vos. Pudiste ser esa Sez pero ya no lo sos ahora, quizás el no recordar nada te haya dado una nueva vida. Una nueva oportunidad.

-En muchas cosas sigo siendo esa Sez...

-Quizás sí, quizás no, yo solo conozco a esta Sez, y amo a esta Sez, a la del otro lado y a la que hubieses sido. Porque lo que amo de vos siempre estará dentro tuyo.

-Shezalia. Ese es mi nombre.

-Es bello como vos. Bueno al fin y al cabo soy el único con su nombre original. Es un progreso ahora sé tu nombre, aunque podrías llamarte como fuera que igual seguiría aquí.

-Cuando logremos terminar con todo esto quiero volver a la Media Luna, quiero saber quién fui, y por qué hacía lo que hacía, cuáles eran mis motivaciones... A quién seguía... Quiero saber quién fui.

-La Media Luna, si será un buen destino para mi proyecto.

-¿Proyecto?

-Sí, cuando esto termine formaré una flota mercante así podré seguir con ustedes o al menos cerca. Pero ya no volveré a quedarme en tierra.

-¿Y tu tierra? ¿No vas a extrañar Castilla?

-Castilla estará siempre en mi corazón, ya has visto que mi familia está en cada punto de Thea. Jamás estaré solo, y mi verdadera familia está aquí, no concibo un día terminar con nuestras aventuras, y menos aún separarme de vos.



Si eso fuera real, sería tan hermoso…

Quizás Drake tenía razón, quizás más adelante sufriría, pero podría acabar con esta agonía que siento ahora, aunque después quizás sea mucho más difícil que sane la herida…

Una semana… y solo llevamos un día arriba de esta carreta…



Se fue oscureciendo, a lo lejos vimos una luz, podría ser una posada o una casa de campo...

-Parece que ahí está nuestro destino esta noche.

-Esperá con la carreta que yo voy a ver.

-Podemos pasar por delante. Si se ve amistosa frenamos.

-Prefiero no arriesgar.

Bajé de la carreta y fui a investigar, cuando volví al rato le dije.

-Es una casa de campo, vi a dos ancianos por la ventana.

Yo no sabía hablar eiseno, así que fue Alonso el que cerró el trato.

-Nos dejan quedarnos en el establo por esta noche.

-Me parece bien.

Alonso avanzó con la carreta hasta la casa.

-También conseguí un plato de comida caliente, y unas provisiones para cuando partamos. Un poco de pan no nos vendrá mal.

-Está bien, supongo que un par de ancianos no serán un problema, a no ser que también estén malditos...

Todavía no podía sonreír, pero esos comentarios eran típicos de mí cuando estaba de mejor humor.

-No, no estarán malditos, quizás el establo sí, pero si tenés miedo te permito abrazarme durante la noche.

-¿Miedo? ¿Qué es eso?

Me metí al establo y busqué un balde. Por suerte había uno así que salí a buscar agua al pozo.

-Bueno cerrá la puerta cuando termines, no serán malditos pero prefiero que no entren en mitad de la noche.

Alonso se tiró sobre una pila de heno a descansar, cuando entré le dije:

-Te voy a limpiar esas heridas, así que sacate la ropa.

Alonso se incorporó y me dijo:

- Creo que necesitaré ayuda, con una mano es difícil.

Lo ayudé a sacarse la camisa, las vendas estaban cubiertas de sangre así que se las quité con todo el cuidado que pude reunir.

-Perdón si soy brusca, no tengo idea de cómo hacer esto…

¿Por qué estaba tan nerviosa? No iba a pasar nada que yo no quisiera que pasara… quizás eso era lo que me ponía nerviosa, yo sí quería que pasara algo, no podía dejar de pensar en la noche que estuvimos juntos…

-Puedo ayudarte- dijo apoyando su mano sobre la mía.

-No, puedo sola.

Cuando terminé de vendarlo nuevamente le dije:

-Yo hago la primera guardia. Descansá.

-¿Pensás hacer guardia?

-Obvio.

-No creo que sea necesario, por una vez podemos descansar bien.

-No confío en las noches de este país. Prefiero que uno de los dos esté despierto por si acaso.

-Dormí, yo te cuido Sez, perdón Shezalia, no me acostumbro, es como con...

-Prefiero que me llames Sez. Ahora dormite.

-¿Segura que no querés recostarte? Bueno en fin, una noche más en este país, que más puede pasar…

-Ya te dije que prefiero no arriesgar

-Y yo digo que por hoy podemos descansar pero bueno como vos prefieras, si te cansás estaré aquí.

Se acomodó sobre la paja y no dijo nada más.

Me acomodé cerca de la puerta y le dije.

-Te despierto en algunas horas.



Por primera vez me di cuenta, esto no era una lucha contra Alonso, o una lucha por intentar soportar el dolor, era una batalla contra mí misma, y jamás había tenido un enemigo tan fuerte…

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