martes, 13 de abril de 2010

Eisen II (Alonso)

Una bala por el padre caído
Una bala por el hermano perdido
Una bala por el amigo asesinado

Una bala por las tierras robadas de Castilla
Una bala por aquellos que no verán el mañana
Una bala por el amor no correspondido


Últimamente Alonso había perdido su clásico tono jovial y risueño, se notaba a si mismo apagado distinto. Desde que se había unido a Drake y su cruzada aun mantenía algo de Noble Señor Castellano, pero ahora ya no.

Estaba más cerca de ser un pirata que un Noble, había abandonado muchas cosas y otras tantas ya no le importaban.

Sentía un gran vacío en su corazón que no podía ser llenado con nada en este mundo. Todo había perdido su color, su vida natural. Adonde quiera que mirara Alonso solo podía extrañar a Sez, sentía algo muy fuerte y real por ella y eso sin embargo estaba matándolo por dentro.

A un trataba de entender porque ella se empecinaba en rechazarlo, en ignorarlo, en pasar de el como si no lo conociera, como si lo odiara.

Era doloroso verla y no poder acercarse a ella, no poder besarla, decirle cuanto importaba para el. Deseaba amarla día y noche y no podía hacerlo, en cambio debía soportar escucharla hablar de estar en brazos de otros hombres.

Alonso se hundía en la profundidad de sus pensamientos y su dolor, ha perdido tantas cosas y aun continua perdiendo. Es cierto que a su amigo Just le quitaron todo pero sin embargo ha ganado nuevas oportunidades, nueva vida.

Alonso había partido hace tiempo de su hogar soñando recuperar lo que a su familia y a Castilla le pertenece y una vez que lo hubiera conseguido volvería a la tranquila vida de un Noble Castellano. Incluso había llegado a imaginarse vivir esa vida junto a Sez. Pero ahora miraba esa misma escena y no veía lo mismo, veía el avance Montaignes sobre sus tierras, veía a su familia caer y a la tragedia llevarse todo lo que poseía.

Últimamente las esperanzas lo abandonaban por momentos, por momentos maldecía su suerte y a si mismo. Por momentos no sonreía ni hablaba y sin embargo la sola presencia de ella bastaba para sacudirlo con la fuerza de un rayo.

Era innegable a esta altura que el la amaba…

No hay comentarios:

Publicar un comentario