jueves, 10 de diciembre de 2009

Recuerdos (Sez)

Me quedé dormida en la carreta antes de llegar a Freiburg, pero… ¿cómo saber si ese había sido un sueño o la realidad? Si había sido un recuerdo, o parte de alguno…

Un baile, un baile de máscaras en Vodacce…
Arshareem estaba a mi lado pero yo miraba a un hombre vestido de azul… tenía una hermosa máscara con una pluma azul que brillaba con las luces del salón. Su cabello era my oscuro y por lo que llegaba a ver de su blanca tez era bastante joven. Me tendió la mano.
Era yo, tenía puestos unos guantes rojos, al igual que mi vestido de terciopelo del mismo color y una máscara de lentejuelas que cubría mi rostro hasta la nariz.

-¿Me permite esta pieza?

La cara de Arshareem fue de desaprobación pero yo tomé su mano, esos ojos, entre gris y azules me arrastraban a una noche que prometía ser inolvidable.

-Bailas muy bien- le sonreí.
-No tanto como tú- me dijo él.

¿Quién era ese hombre?
Dolor... ¿Por qué me duele tanto el pecho? Esto es solo un sueño…

Bailamos toda la noche, él me dijo cosas hermosas, cosas que jamás nadie me había dicho. Salimos al balcón de esa hermosa casa, él tomó mi rostro entre sus manos y me besó. Lo quería, lo quise…
Él quiso sacarme la máscara y se lo impedí, pero insistió y no pude resistirme a su pedido, él vio mi rostro bajo la máscara.
Esa noche, la recuerdo, una noche de besos y caricias, una noche inolvidable. Pero no recuerdo su rostro, sé que yo también le quité la máscara ¿Por qué no lo recuerdo?

¿Y ahora por qué estoy llorando? No puedo dejar de llorar…ya no tengo el vestido de terciopelo rojo, tengo la túnica de mi orden, es la cruz de Theus. Arshareem me miraba tristemente ¿Por qué siento que el mundo se perdió?

"¡Ya no quiero seguir con esto! ¡No más, no no!"

Sangre, sangre sobre las sábanas, rojas como mi vestido y mi máscara…
“¿Dónde estás? ¿Por qué?”
Mi espada chorrea sangre…
“¿Fui yo? Yo te maté…"
“¡Shesalia lo mataste! ¡¿Por qué lo hiciste?!”
“Era una orden, no puedo desobedecer las órdenes, lo siento”
“¡¿Por qué?! ¡Por qué!”
Los sollozos me estaban dejando sorda.
“Aceptalo niña, tú nunca podrás amar, y si algún día consigues que alguien te ame luego de lo que hiciste, de lo que seguirás haciendo, aléjate, será lo mejor para él”.

La niña solo lloraba y lloraba, ella no quería renunciar al amor.

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